“Reparamos memoria”, decía el aviso. No sé cómo lo divisé entre todos los mails recibidos, los que ofrecen base de datos, los que publicitan las mejores ofertas, los que aseguran noticias verdaderas o los que proponen una elongación peneana. Este decía: “reparamos memoria”. En el instante que nos toma decidir abrirlo o eliminarlo, intenté imaginarme lo que significaría esto de reparar la memoria: ¿podría uno elegir qué recuerdos tener y qué recuerdos no, independientemente de lo vivido? Entonces fue cuando me atrapó el debate que discute sobre qué es lo que más se disfruta en la vida, hacer algo, vivir con el recuerdo de lo hecho o, directamente, contarle a los demás que se hizo algo, aun cuando no se haya hecho.
Para averiguarlo, entonces, largué todo, PC, Outlook y escritorio, manoteé la campera porque todavía hacía algo de frío en el fin del agosto argentino, y salí como rata por tirante buscando respuestas a mis nuevos interrogantes.
Al primero que encontré fue al encargado del edificio donde está mi oficina, Carlosé, y le pregunté: “¿De qué disfruta más la gente, de hacer las cosas, de recordarlas o de contarlas?”: “De contarlas”, me aseguró sin siquiera mirarme y con un profundo conocimiento profesional del tema, mientras, de rodillas, terminaba de encerar la última cerámica del hall principal.
“Después nos vemos”, le dije, saludando, y me subí el cierre de la campera porque el viento, en esa cuadra, es terrible. Empecé a caminar en dirección a Plaza de Mayo. Justo, en ese preciso momento, escuché unos estridentes cuetazos y, alarmada, le pregunté a uno que venía de frente, quien, sin detenerse, me contestó: “Son los canarios…”. “¿Quiénes?” Volví a preguntar pensando en qué tipo de comida podía causar que semejante ruido proviniera de un canario, y uno que venía detrás de mí y que había entendido lo que dijo el que nos cruzó, me repitió: “Son los bancarios que se quejan de los banqueros”.
Ah, claro, los trabajadores “bancarios”, que son los que realizan sus labores en una entidad bancaria viendo pasar infinidad de dinero sabiendo que no es de ellos, se quejan de los señores “banqueros”, dueños del banco y que, también, ven pasar infinidad de dinero pero, a diferencia de los otros, cada tanto se quedan con algo de esa platita, porque creen que sí es de ellos.
Di vuelta la esquina y me di cuenta de que estaba cerca de la oficina de mi amigo LuigiNí, contador excelso de una empresa top, que se pasó cinco años de su vida estudiando una carrera para, luego, hacer que las cuentas siempre le den cero. “Se puede disfrutar haciéndolo, luego recordándolo y, por último, contándolo; pero, en este caso, la suma de factores no altera el producto, se puede contar primero, luego recordar lo que contamos y, finalmente, de tanto decirlo, sentirlo como vívido. Incluso, podría decirte que contarlo es la suma de vivirlo y recordarlo, o bien que contarlo es igual a recordarlo, aun cuando vivirlo sea nulo”.
“¿Ah, esta es la razón por la cual algunos políticos recuerdan cosas que no hicieron y se olvidan de otras que sí hicieron?”, concluí dejando al matemático sacando el logaritmo natural del producto de cinco coma tres por cuatro coma siete elevado a la séptima potencia.
Volví a las calles y, después de esquivar a los bancarios, tomé por Diagonal Norte hacia el obelisco. Allí me encontré con cuatro chicos jóvenes que tenían unos carteles que decían: “Abrazos gratis”. La gente que pasaba por al lado miraba de reojo, sin animarse a detenerse. Yo me detuve. “Hola Cecilá, hace tres horas que estoy acá y sólo dos personas me pidieron abrazos”, me dijo antes de que yo pudiera decir algo. “Yo quiero”, le supliqué. Después de un largo abrazo al rayo del sol, le hice mi pregunta. ¿De qué disfrutas más, del abrazo, del recuerdo o de contarlo en los medios, diciendo que sos de la compañía Acme y que vas a estrenar una nueva obra en la calle Saraza?”. No me contestó, porque, justo detrás de mí, llegaron todos los bancarios que se quejaban de los banqueros para pedir un abrazo gratuito… “nadie nos quiere”, sollozaba una, “nos piden monedas, nos pagan sin cambio, nos ponen mala cara siempre, resoplan cuando vamos al baño… nadie nota que nosotros también necesitamos un abrazo”.
Decidí huir y giré por Corrientes, en búsqueda de más gente que pudiera darme una respuesta, cuando, de golpe, me topé con el diputado Rodobó que salía apurado de una librería con unos libros bajo el brazo. “Señor diputado”, le dije, “No, no, estos libros son míos; yo, cuando entré a la librería, ya los traía conmigo”, se defendió. “No soy del negocio, sólo quiero saber si es posible que la gente cuente un recuerdo aun cuando el hecho en cuestión no haya existido”, lo tranquilicé. “Ah -me dijo aliviado, mientras miraba desconfiado por sobre mi hombro en dirección al comercio– es una buena pregunta, el año que viene vamos a impulsar una ley que prohíba que la gente cuente cosas que no vivió”, me dijo y cruzó la calle apresurado.
Me quedé atónita, casi sin aire, y mientras lo veía alejarse, me interceptó un señor barbudo, canoso y con gafas redondas sobre sus narices: “La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado”, dijo, leyendo un libro, y agregó, “Pierre Nora, filósofo francés”. Bajó la vista nuevamente y continuó la lectura: “La memoria, por naturaleza, es afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones y, curiosamente, inconsciente de esas sucesivas transformaciones”. En conclusión, volvió a mirarme, “la memoria tiene en sí misma el poder de la verdad, lo que se recuerda, es, y lo que no, no es”. “Y ¿usted quién es?”, consulté, “¿no me recuerda?”, me contestó pícaro. Francamente, no me animé a decir que no y, con una sonrisa cómplice, le dije: “¡Claro que sí, suerte!”.
* Tato Bores fue un artista cómico argentino que se destacó principalmente por su humor político. Condujo programas como Good Show, Tato de América, Tato Diet, Tato que bien se TV, Tato vs. Tato o Tato para Todos (en plena dictadura militar), en los cuales, entre otros, hacía un recordadísimo sketch en el que desgranaba sus monólogos con ironías sobre el mundo de la política. Aquí, un humilde homenaje a modo de pastiche.
Excelente Cecila!!! Gracias por traer a Tato a mi memoria!!! creo q el oído tiene memoria tmb pq mientras leía lo escuchaba a Tato con su discurrir veloz q solo cesaba para el aplauso! Un aplauso para vos y feliz primavera!!!
ResponderEliminarME PARECIÓ MUY BUENO EL RECORDATORIO DE TATO. COMO SIEMPRE ELEGISTE UN BUENTEMA: LA MEMORIA. ELBA
ResponderEliminarCecilia, recién conozco tu blog (oblogo mediante) y te felicito. No todos los blogs de humor generan contenidos y menos de esta calidad.
ResponderEliminarPara quienes el humor es fundamental, no podemos dejar de recordar a Tato.
Mi duda, ahora, es si lo recuerdo porque ocurrió, si ocurrió porque lo recuerdo o si ambas situaciones existen de tanto contarlo.
Nuevamente te felicito y te invito a darte una vuelta por mi blog: http://pensandofuerteyclaro.blogspot.com/
Saludos!!
Buenísimo flaca, vinieron a mi memoria aquellos fantásticos monólogos de Tato Bores. Hoy por hoy se haría un picnic con la realidad política argentina y sus protagonistas. Besos!!
ResponderEliminarKarina
A veces recuerdo cosas, no se si porque me pasaron o porque me las contaron en algún momento -y según el relator si me pasaron, aunque yo no las recuerde en si- y pienso ...hasta donde será que puede llegar nuestra memoria?!. Mientras leía recordaba la imagen de Tato, que bueno seria tenerlo ahora para que las noticias nos llegaran con un poco de humor! Muy bueno el blogadito de hoy, besos!
ResponderEliminarDepende de cada persona y de sus rollos. El que necesita aparentar, disfruta más al contarlo. Qué pena entonces porque depende de la reacción de los demás para ser feliz.
ResponderEliminarGrande Tato! Te extrañamos!
Me encanta cómo, con pocas palabras, lograste la (resumida) descripción de los contadores, los bancarios, los diputruchos y los filósofos. Simplemente, genial. Allá en el cielo, Tato debe estar encendiendo un habano y subiéndose a los patines de la risa. Besos. Pablo.
ResponderEliminarQue lindo recuerdo el de Tato, y tu homenaje. Con respecto a la memoria, si es selectiva, creo que si, ya lo dijeron por ahì, "uno vuelve siempre a los viejos sitios......." es decir, donde se estuvo bien, fue feliz. Y si nunca tuvo ninguno, es entonces donde a fuerza de imaginarlo, la mente maravillosa que no necesita ni 3D ni color, ni sonido estereòfonico, lo transforma en cierto, y luego, ¿como dudarlo?.
ResponderEliminarpatri
Creo que lo leí bastante más despacio de lo que lo hubiera escuchado...
ResponderEliminarUn genio Tato. Hasta a mi me hacia reir q no entendía (endo...)la política. Muy bueno Ce! (como siempre).Beso. MARU
Hermoso Ceci. Muy bueno. Yo no recuerdo mucho a Tato porque, cuando salía al aire su programa, era muy chica. Recordar a los grandes es importante, porque los mantiene vivos en la memoria de aquellas generariones que no los conocieron. Es el objetivo de muchos relatos y el tuyo lo logra. Un abrazo, Natacha.
ResponderEliminarBuenísimo el blogadito! La verdad, me encantó, genial. Lo leí tres veces y, cada vez, tenía a Tato más cerca.
ResponderEliminarPor favor! que sigan los homenajes!
Con el anterior me contagiaste el bostezo y con este, a Tato mismo! Decididamente, conmigo, no fallaste: tu mensaje llegó intacto!
Natacha: La idea fue justamente esa, traerles el recuerdo de Tato a quienes lo conocimos y disfrutamos (no con la pretensión de serlo sino con el cariño de intentar reproducir su estilo) y presentarlo a la gente que no tuvo la oportunidad de verlo. Tato falleció el 11 de enero de 1996, es decir que, dentro de poquito se van a cumplir 15 años de su desaparición física, pero, para todos los que tenemos el humor como estandarte, sigue tan presente como antes.
ResponderEliminarGracias a todos los que escriben: Mari, Elba, Kari, Gigio, Lau, Pablo y Maru. Patri, interesante reflexión: si la razón de la memoria imaginada es la ausencia de felicidad, quedan todos los imaginativos perdonados.
Jorge: hay otros homenajes en lista, pero no quiero adelantar nombres. Les pido paciencia porque esta gente, de verdad, se merece un homenaje que esté a su altura, y no es fácil lograrlo.
Para El huber (que tiene un blog de humor muy interesante y que recomiendo visitar: http://pensandofuerteyclaro.blogspot.com/), gracias y bienvenido al mundo blogadito, muy pronto lo tendremos por acá con algún texto de él.
Ceci: Me honro en ser tu amigo. Es maravilloso ver cómo sacás de las entrañas un lenguaje rico, fresco, divertido y mordaz. Sos un lujo. Por favor, no dejes de escribir. Besos
ResponderEliminarMe sumo a los elogios. Simplemente, genial. Y gracias por compartir estas ocurrencias con quien quiera leerlas. Como el mate y los bizcochitos en una tarde lluvia, hacen bien.
ResponderEliminarEn mi memeoria algunos recuerdos son modificados por cómo los sentí o lo que pensé en ese momento sobre ellos y esta erosión por lo general aumenta en mí cuanto mayor es el tiempo que pasó desde su acontecimiento.
ResponderEliminarPor lo general, a mí me gusta más hacer algo o, en algunos casos, recordarlo.
Muy bueno el blogadito, tía.
buenisimo!!!, ahora entro en youtube para ver que videos hay de tato (siempre actual jajaja )-
ResponderEliminarPicaro era el que trabajaba con Olmedo, otro grande
Me gustó. Muy buen Post para recordar a Tato. Has ganado un nuevo lector.
ResponderEliminarMe encantó Ceci!! yo la verdad es que dudo casi todo el tiempo de mi memoria, porque a veces me cuentan cosas que se supone que viví y no las recuerdo para nada! y otras veces cuando recuerdo algo no sé si lo viví realmente así o lo estoy recordando con algún que otro adorno producto de lo imaginado y repensado luego de vivir la situación en cuestión...además, para algunas cuestiones creo que tengo "memoria de elefante". Todo esto habla a las claras de mi memoria tiene rasgos esquizoides...ponele. Está muy bien logrado el "estilo Tato", te felicito por ello y por la idea de homenajearlo. Beso!
ResponderEliminarDijo dalí (a propósito de la pintura "la persistencia de la memoria", la de los relojes blandos). "la diferencia entre los recuerdos falsos y verdaderos es la misma que para las joyas. son siempre las falsas las que lucen más reales, más brillantes".
ResponderEliminarMe gusto mucho, es como estar escuchando a Tato, un maestro.
ResponderEliminarImpresionanchiii
ResponderEliminarGroso!!
También me sumo a los elogios
Respiré hondo al terminar de leerlo, rememorando ese estilo único que tenía "Tato"... y se me piantó un lagrimón
ResponderEliminarCecilá, releí a Tato y me parece que el último párrafo se muestra mal, puede ser? Pablo
ResponderEliminarPablo, es verdad, ya está solucionado, gracias por el aviso. Saludos.
ResponderEliminarfantastico como siempre
ResponderEliminarBuenísimo! Leo uno a uno los textos y cada vez me gustan más. Creo que es una excelente manera de darle vida a Tato. Gracias por traerlo al presente.
ResponderEliminarAhhh... Tato, cómo te extraño. Buenísimo el recuerdo. Felicitaciones. Pido uno para mi alter ego, un tal Pepe Biondi.
ResponderEliminarGracias Diego, Rasta y pepe. Ponemos en carpeta al único guapo en camiseta (patapúfete). Gracias a todos por los comentarios y el empuje (hacia adelante).
ResponderEliminarGuauuuuu, revivió Tato. Buenísimo!
ResponderEliminarAhora entiendo porqué este es el más leído. Muy bueno. Eduardo.
ResponderEliminarEn estos días se cumplió el aniversario de su fallecimiento y telenoche hizo un homenaje con una cuidada edición pero con aquello que ya todos vimos infinidad de veces. Por eso creo que este pos es más valioso y a Tato seguro le hubiera encantado. También a Santiago Varela que es uno de los que hacía los libretos-monólogos de los programas, pues lograste capturar la esencia de aquellos. Bueno el service resultó todo un éxito y la memoria quedó reparada y resignificada al sumarnos tu aporte.
ResponderEliminarGracias Marcos y Eduardo. Es cierto, Oliverio, hay que darle el crédito merecido a Santiago Varela, desde ya. Y gracias por tu cálido mensaje.
ResponderEliminarMuy bueno, che. De verdad.
ResponderEliminarComparto un pensamiento: "Nuestra memoria no es más que una imagen de la realidad, por lo que nuestra realidad es sólo nuestra imaginación".
ResponderEliminarMichael Ende(1929) Escritor alemán.
Muy buen texto. Al leer la reseña, no me quedaron dudas de que Tato hoy hubiera sido K. Piénsese en el programa "Tato para Todos".
ResponderEliminarNo creo que fuera K. Ya lo dijo su hijo (y a pesar de los convenientes deseos de la presidenta). Y, de estar vivo, lamentablemente, creo que no tendría pantalla, justamente, por no ser K.
ResponderEliminarEsta bueno este blogadito.....creo que no estaría mal que nuestros lectores tambien lo conozcan.
ResponderEliminarCecilá, excelente... mil gracias por haberme invitado a venir aquí, me ha encantado.
ResponderEliminarMe vienen muchos comentarios a la cabeza... ¿Has leído a Francisco Mora, Como Funciona el Cerebro? Explica que el sistema límbico (emocional) empapa de emociones todo lo que circula por el cerebro: percepciones, pensamientos y recuerdos.
Y me viene a la cabeza el gran Borges... Funes el Memorioso, por ejemplo, un relato ejemplar.
De este texto se pueden sacar frases para enmarcar... - “¿De qué disfruta más la gente, de hacer las cosas, de recordarlas o de contarlas?”: “De contarlas”, - “¿Ah, esta es la razón por la cual algunos políticos recuerdan cosas que no hicieron y se olvidan de otras que sí hicieron?” - “La memoria es el recuerdo de un pasado vivido o imaginado”
Mi más sincera enhorabuena; seguiré sin duda por aquí leyendo :)
Un abrazo,
Jose