lunes, 8 de agosto de 2011

VIVA LA DIFERENCIA

Con este título, Pilar Sordo escribió un libro en el cual, entre otras, desgrana una teoría: el diálogo entre el hombre y la mujer se complica porque la mujer tiene, para hablar, por día, un stock de diez mil palabras; mientras que los hombres cuentan con, como mucho, unas dos mil. Y, encima, aclara la psicóloga chilena que está haciendo furor en Internet, el hombre se gasta sus dos mil palabras en el trabajo. Por lo tanto, cuando llega a su casa, sólo balbucea alguna que otra interjección: es que se quedó sin palabras, literalmente. A la mujer, en cambio, le quedan casi todas sus palabras disponibles para dialogar, ¿o debería decir monologar?

Con esa teoría en la cabeza, recorrí bares, restaurantes, peluquerías, salas de espera, oficinas y colectivos, y pude comprobar algunas cosas más. Cuatro, para ser exacta.

Uno, descubrí que el promedio de palabras es sólo eso, un promedio. Pero que, como la riqueza, las palabras tampoco están repartidas de forma equilibrada. Hay mujeres que, en lugar de diez mil, tienen sólo tres mil y otras que, en cambio, tienen 50 mil. En tanto, hay hombres -doy fe- que, apenas, deben sumar 50.

Dos, esas mujeres, las que tienen 50 mil por día, hablan con una velocidad del diablo. De otra manera, sería imposible meter tantos vocablos en solo 24 horas. En verdad, descontando las horas de sueño y suponiendo que esas mujeres no hablen dormidas, tendrán sólo 16 horas para desgranar 50 mil palabras. Una cuenta rápido da que tenemos 3.125 palabras por hora, unas 52 por minuto. ¡Casi una por segundo! Si te toca “sí”, “no”, “bueno”, hasta “perro”, “auto” o “tele”, va bien. Pero si te toca decir “electroencefalografista”, te la regalo. A mí, me llevó como cinco segundos.

Además, hay que respirar. Entonces, a estas superdotadas de la verborragia sólo les queda suprimir los signos de interrogación. Ni un punto ni una coma, menos todavía, puntos suspensivos. Hablan de corrido. Y es así que se preguntan y se contestan ellas mismas, porque no pueden esperar a que les respondamos, se les pasan los segundos y ellas, recordemos, tienen que decir 52 palabras por minuto.

Puntos, comas y cómos

Y ya que llegamos a este punto, al de puntuación, llegamos también a la tercera y gran diferencia entre hombres y mujeres. Cómo usan los signos de puntuación. Claramente, de formas absolutamente diferentes. Es más, ellos usarán, con exclusividad, algunos y ellas, otros.
Por ejemplo, el punto, sin lugar a dudas, es para la mujer, sobre todo el punto aparte. Lo usa, y mucho, para dejar en claro que allí se termina la discusión. En cambio, entre los hombres abundan los puntos suspensivos. Y las comas, sobre todo, cuando miran la tele desconcentrados (desconcentrados de la pantalla, de la charla estarán siempre desconcentrados –por default- , salvo cuando pidan la sal en medio de una cena). Pueden meter hasta tres comas seguidas entre dos palabras.

Habitualmente, pueden abrir algún paréntesis y dejarlo abierto un buen rato. Algunos, tal vez, abusen del uso del corchete, aunque otros preferirán las comillas (preferentemente, dobles y acompañadas del gesto que involucra a los dedos índices y mayor de ambas manos en gancho hacia abajo).

Definitivamente, a los hombres los tientan más los signos de interrogación. Se ve que les atraen sus curvas. Por ejemplo, suelen usarlo pegadito a la interjección eh, para contestar cualquier pregunta femenina o, también, con los adverbios de lugar acá o la preposición dónde. Les tira.

Las chicas, en cambio, optaremos por usar el de admiración, también para contestar, ya sea para decir sí o no (preferentemente, no) como también para las mismas palabras con las que los hombres interrogan: Lo que para ellos es “¿ahí?”, para ellas será “¡ahí!”. Aunque, en el caso femenino, siempre será acompañado por un pensamiento ad hoc: “No puede ser que no lo veas, está ahí, delante tuyo, prestá atención, ahí, no, ahí, mirá mi mano cuando te hablo, siempre lo mismo”.

Los hombres andan genial con las interjecciones, principalmente cuando miran fútbol (o, en su defecto, juegan a la play). En cambio, tienen cierta dificultad con los adverbios de modo y les cuesta horrores entender, por ejemplo, el significado de más despacio. Ni que hablar de identificar el adverbio bien, muy bien o, peor aún, maravillosamente. Otra dificultad para la pareja se presenta con los adverbios de cantidad, lo que para ellos es mucho para ellas será siempre poco.

Por último, mi trabajo de campo me demostró que, además, como las dimensiones, hay una cuarta característica no reconocida, pero real. Los gestos. Los muchachos suelen tener también limitados los gestos. Además, mirar a la persona con la que se habla suele ser una dificultad para ellos. Para el mujeraje, en cambio, será facilísimo el gesto, aun cuando no se hable. Pero también, se ve que tanta novela de pequeñas, a lo largo de los años, da su resultado, y las mujeres tenemos mucho más a mano los recursos teatrales: echamos mano a miles de tácticas pero, la mejor, lejos, es el llanto repentino, hasta moco somos capaces de generar. De la nada, eh. Ellos, en cambio, recurrirán casi, únicamente, al mutis por el foro. Claro que, cuando caiga el telón, mágicamente, se esfumarán las diferencias y todos irán para el mismo camarín. Fin. Aplausos. No hay bises. Hoy, no.

6 comentarios:

  1. Pilar Sordo es un psicóloga chilena que escribió, entre otros, un libro que se titula "Viva la diferencia". En estos días, estará visitando Buenos Aires dando sus habituales charlas sobre las diferencias entre "los gallos y las gallas" (léase los chavos y las chavas, los pibes y las pibas, los garotos y las garotas). Así que me pareció pertinente publicar mi trabajo de campo llevado a cabo para comprobar su teoría. Que disfruten el texto, saludos a todos.

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  2. HOLA ¡ QUE BUENO ! SOY LA PRIMERA EN COMENTAR TU BLOGADITO Y EN VERDAD TENGO QUE DECIRTE QUE ME ENCANTÓ Y CREO QUE ES EL MÁS CERCANO A LA REALIDAD COTIDIANA.ME CONSTA Y A VOS TAMBIÉN QUE ENTRE LAS PERSONAS QUE CONOCEMOS HAY ALGUNAS MUJERES QUE HABLAN EMPLEANDO TODOS ESOS VOCABLOS SIN RESPIRAR, Y POR CONSECUENCIA LÓGICA SUS MARIDOS GENERALMENTE SON " MUDOS ".

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  3. Excelente como siempre Cecilá!!!Tengo tantas cosas para que comentar que no me van a alcanzar las palabras!!!(¿las escritas cuentan tmb? pq, a propósito de esto me acabo de dar cuenta de que a mi marido le mando sms de 200 caracteres y el me pone "ok"!!)

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  4. mucho bla bla, pero no escuchan nunca, parecen loros
    jajajajja

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  5. Bueno, ha de ser así, nomás. A propósito, en mi ofi se hizo un ranking de quiénes son las que aumulan más palabras por hora. Yo estoy tercera! Pero mi marido habla también, eh... mientras yo duermo. Saludos!

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  6. Gracias Mari, gracias a "la primera en comentar" gracias Laura. En fin gracias a todos. Sé que a veces se complica para publicar un comentario porque la conexión demora, porque el blogspot pide validación de contrasela y a veces falla... Por eso, gracias por tomarse el trabajo. Saludos a todos.

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